Historia sobre cómo los lobos consiguieron cambiar el rumbo de los ríos
La naturaleza es un equilibrio constante. Gracias al ciclo de la vida y la autorregulación de los ecosistemas podemos conocer la vida tal y como es ahora. Para demostrarte que esto es verdad, te voy a contar la historia de cómo unos lobos consiguieron cambiar el rumbo de los ríos del Parque Nacional de Yellowstone en Estados Unidos.
La desaparición de los lobos en este Parque tuvo numerosas consecuencias.
Hace unos 100 años aproximadamente, desaparecieron los lobos de Yellowstone. Esto fue debido principalmente a la caza. Los cazadores los mataban para que no acabaran con las especies cinegéticas, como por ejemplo los alces. Sin embargo, esto tuvo muchas consecuencias.
Los ciervos y los alces, al no tener ningún depredador, poco a poco se fueron expandiendo. Vivían más tranquilos, se reproducían más y acababan con toda la vegetación de la zona. Esto estaba deteriorando todo el paisaje y perjudicaba a las demás especies, que se quedaban sin alimento. Intentaron regular su población a través de la caza, pero eran demasiados y fue imposible.
Finalmente, en 1995, decidieron reintroducir al lobo, su depredador natural, para intentar volver a equilibrar el número de ejemplares de esta especie. Se introdujeron primero 14 lobos, y al año siguiente otros 17. Este proyecto tenía una duración de 5 años, y cada año iban a introducir más ejemplares de lobos. Sin embargo, estos 31 lobos fueron suficientes para cambiar todo el parque.
¿Cómo cambió el Parque con la reaparición de los lobos?
Los lobos consiguieron volver a equilibrar las especies de ciervos y alces. Pero, además, lograron mucho más. Los alces y los ciervos ya no comían tanta vegetación, por lo que esta pudo volver a crecer en grandes proporciones. Al aumentar la vegetación, algunas poblaciones de otras especies de animales volvieron a crecer, como por ejemplo los castores y los pájaros pequeños. Con la reaparición de estas especies, vinieron muchas más que se alimentaban de estas, como las águilas, mofetas, osos y otras muchas más. La biodiversidad de especies aumentó, y cuanto mayor es el número de especies, más fuerte es un ecosistema.
La geografía del parque también cambió. Gracias a la mejora de la vegetación, los cauces de los ríos se consolidaron y cambiaron, todo esto debido a las plantas que cada vez crecían más en la orilla. Y, además, gracias a todo ello, los castores también volvieron a recuperarse y a construir sus famosos tabiques en los ríos. Esto logró que los ríos cambiaran de rumbo. Y todo esto en su totalidad, logró mejorar un entorno que estaba cada vez en peor estado.
Los lobos consiguieron volver a equilibrar un ecosistema entero.
Como comentaba al principio, un ecosistema es un equilibrio constante. Cuando cambias una cosa, por muy pequeña que sea, esta repercute en todo el sistema. Aunque pensemos que los lobos no son capaces de cambiar tanto un sitio, sí que lo son. Porque toda la naturaleza es un ciclo, y si quitamos una especie, el ciclo se rompe, y acaba por deteriorarlo todo. Cada ser vivo tiene una función en este ciclo, todas son igual de importantes.
¿No te parece increíble el poder que tiene el equilibrio de la naturaleza?
El ser humano, con sus acciones, es casi siempre el culpable de que este equilibrio se rompa y estos entornos empeoren. Sin embargo, como hemos visto en este ejemplo, el ser humano también es capaz de ayudar a un ecosistema a recuperar su equilibrio. Los humanos no son siempre los malos que destrozan el planeta, somos capaces de hacer muchas cosas buenas si nos lo proponemos.
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